viernes, 28 de mayo de 2010

Tengo una amiga...



Yo tengo una amiga que en las noches
salta por los tejados, se alzan sus alas,
y no tiene límites para donde llegar.

Conoce la gama oculta de los nuevos colores,
los que solo se pueden ver con el alma,
pues los ojos son muy débiles para tal hermosura.

Sabe hablar sin voz,
andar sin pies,
sentir sin cuerpo,
vivir sin vida.

Se ha visto desde fuera,
comprendiéndose una entre dos realidades,
sin necesidad de usar un reflejo,
o la imagen que da un ese inerte espejo.

Una noche sin más atajos
logró aminorar animalmente una gran distancia,
y solo con el olfato fino de la admiración
llegó junto al que sigue, al que le dio nombre a su voz.

Desde ahí me dice, esta vida no es nada,
no sirven los pesos que se juntan,
ni las casas que se arman.
No valen de nada las palabras,
hay idiomas perfectos en la otra estancia.

Siguiendo con este pequeño paso,
dice que es muy fácil el mundo entero contemplar,
hay que animarse a escapar de un salto,
y luego cantar "hoy sé que no hay nada imposible, anoche supe la verdad..."

lunes, 17 de mayo de 2010

Y nada más




Podría decir que he despertado la mañana
y no te he llamado al descubrir oscuridad,
como si la cura a mis miedos ya no estuviera allí
donde por mucho tiempo solía descansar.

Es impresionante pero el miedo se fue con tus pasos
y siento que jamás regresará,
ni en tu cara ni en la de los futuros probables.
Ya no tengo miedo a perderte mientras más a gusto
te dejo en los segundos de los tiempos
que no quiero recordar.

Y las miradas de quienes cruzan mi rutinario ir y venir
no se parecen a tus luces fugaces.
Ya nada tiene tu aroma, ni tu tono, ni tu lenguaje,
y las fotografías vagarán sin salida en el baúl de lo sin sentido.
Yo sigo sin tus caminos y tu sin mi senda dejar de mirar.

Yo podré des-escribir las palabras, pues son mías,
y bailando las presenté ante tus ojos,
mas el sabor de las prosas perdidas tus labios no olvidarán.
Aunque no lo quieras ahora, y aunque no lo puedas decir,
el olvido y la culpa seguirán siendo combinaciones muy poco amables,
mientras yo sepa que en el intento dejé mi luz,
y tú deslumbrado, oculto y arrebatado,
perdiste lo digno y lo real.

Sé muy bien que ansiabas que me pronunciara,
y descubrir desde otros lo que te acostumbré a descifrar.
Y se debe comprender que el tiempo transcurrido solo merece interpretar,
que me inspira más el aleteo de las aves en tiempos de migrar,
que la partida inexplicable de tu historia, de tu falso respirar.

Esta es la primera vez que le escribo a tu yo esencial,
y no te afanes con pensamientos de grandeza,
pues solo eres un mal motivo de lo que la cobardía puede lograr.
Y será la última vez que gasto tinta en las razones, que sin mal delicadeza,
algún día me convencieron de mirarte más allá.

Solo queda la enseñanza,
como quien vive una fábula de traición,
la mirada seca y distante, la convicción de que mendigar sentires
es como rematar un corazón.
Solo queda una fotografía borrosa, una imagen confusa,
como encontrarse en otros tiempos y no reconocer siquiera tu voz.

Y aunque suene irreverente, he de terminar diciendo gracias,
no por tus manos que mentían, ni tu entrega condicional.
Si no por despertarme en aquella pesadilla,
por descubrir cuanto estuve equivocada,
por saberme una mujer que aunque le destrocen el alma,
tendrá muchos más motivos porque volverse a levantar.