viernes, 28 de mayo de 2010

Tengo una amiga...



Yo tengo una amiga que en las noches
salta por los tejados, se alzan sus alas,
y no tiene límites para donde llegar.

Conoce la gama oculta de los nuevos colores,
los que solo se pueden ver con el alma,
pues los ojos son muy débiles para tal hermosura.

Sabe hablar sin voz,
andar sin pies,
sentir sin cuerpo,
vivir sin vida.

Se ha visto desde fuera,
comprendiéndose una entre dos realidades,
sin necesidad de usar un reflejo,
o la imagen que da un ese inerte espejo.

Una noche sin más atajos
logró aminorar animalmente una gran distancia,
y solo con el olfato fino de la admiración
llegó junto al que sigue, al que le dio nombre a su voz.

Desde ahí me dice, esta vida no es nada,
no sirven los pesos que se juntan,
ni las casas que se arman.
No valen de nada las palabras,
hay idiomas perfectos en la otra estancia.

Siguiendo con este pequeño paso,
dice que es muy fácil el mundo entero contemplar,
hay que animarse a escapar de un salto,
y luego cantar "hoy sé que no hay nada imposible, anoche supe la verdad..."

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