jueves, 1 de julio de 2010

Mario


Mario,
La tarde habla de ciclones,
de vientos huracanados y miseria tras el bar.
No hay quien se salve de estos males,
y como nunca he aprendido cuando huir
me veo en las manos con tus libros
encontrando todo cuanto me conduzca más a mí
y menos a mi alrededor.

Mario,
querrás esta noche que me adueñe de tus alas,
y surcando el infinito regrese a tus buenos tiempos,
Recorra el paisito con las flores y los cantos de entonces,
aprendiendo sortilegios, encontrando los futuros
que la borra del café me enseñe a descubrir.

Mario,
que absurdo lo mío,
pretenderme transparente y llegar a ti fuera de esta vida,
traerte al mundo que alguna vez te abandonó
y llenarme de la esencia que aleja el miedo
y hace certera una nueva canción.

Mario,
mis pasos te buscan, se refugian en tus prosas,
le llaman con tus corazonadas,
le inventan con tus estrategias,
le convencen con tus pactos,
y no te pido nada más.

Mario,
no te sientas escusa, razones tengo para llamarte,
y muchas más para verme tras de ti,
como ahora, en plena madrugada recordándote,
agradeciéndote por dejarnos tu legado,
y profanando una vez más tus palabras,
para vestir mis buenos colores,
le diré muy en silencio, Gracias por el Fuego.

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